Antes de coger tu cámara de fotos y salir en busca de las mejores instantáneas, es aconsejable que te plantees qué historia quieres contar con tu fotografía callejera. Como seguro sabes, no se trata de capturar la realidad tal cual es, sino en hacer sobresalir lo que aparentemente resulta intrascendente. Toda fotografía cuenta una historia, incluso aunque no lo pretendas, y viene definido por el encuadre que utilices, la velocidad con la que dispares o la profundidad de campo, entre otras cosas. En este artículo veremos cómo podemos tomar el control de la historia que cuenta nuestra fotografía callejera, en lugar de que sea ella quien nos domine a nosotros.
Elementos narrativos de la fotografía callejera
El narrador, en el caso de la fotografía callejera, es el fotógrafo que captura la instantánea. Como en cualquier otra estructura narrativa, puede ser un narrador intradiegético, que forma parte de la propia historia, o extradiegético, cuando se limita a relatar unos hechos en los que no participa activamente. Cuando los protagonistas de una fotografía miran a cámara o interactúan, en modo alguno, con el fotógrafo, decimos que el narrador está presente en primera persona. En cambio, cuando retrata una realidad sin que los individuos que la protagonizan sean conscientes de su presencia o, aun conociéndola, decidan ignorarla, hablamos de un narrador en tercera persona.
Los personajes son los individuos (sobre todo, personas y animales, aunque también objetos e, incluso, edificios) que forman parte de la acción que el fotógrafo pretende capturar. Al igual que en la literatura, el cine o el teatro, podremos encontrar personajes protagonistas, antagonistas y secundarios. En la siguiente fotografía, por ejemplo, podemos definir fácilmente como protagonista a la novia que está a punto de lanzar el ramo. Todas las invitadas que esperan a recibirlo son secundarias. Si la imagen, por el contrario, mostrase a la novia después de haber lanzado el ramo difuminada y a quien viésemos con claridad fuese a la invitada que lo recibe, ésta sería la protagonista y, probablemente el resto de mujeres, sus antagonistas.
La atmósfera de una fotografía, que en los elementos narrativos solemos identificar como tiempo y espacio, nos ayuda a situarnos en un lugar y una época concretas. Por el color de la imagen y las prendas que visten los personajes, podemos intuir la fecha en la que aproximadamente se tomó la fotografía. La luz de la propia imagen, nos dará una pista sobre la hora o, al menos, sobre el momento del día (mañana, mediodía, atardecer, noche…).
Para terminar, el argumento de un relato es el conjunto de hechos, o el hecho aislado, que tiene lugar en el momento y lugar definidos y que afecta, de un modo u otro, a los personajes.
Una fotografía puede contar muchas historias diferentes en función de los elementos que decidamos resaltar. Sin embargo, debemos tener en cuenta que una vez que la publiquemos y la lancemos al mundo, cada receptor la interpretará de forma diferente. Aún así, es importante que nos esforcemos por contar nuestra propia historia, por dotar de sentido a nuestra composición. Eso sí, a la hora de hacer fotografías en la calle, simplemente dispara en el momento oportuno. Todo esto pasará en tu cabeza casi sin que te des cuenta, de forma intuitiva, automática, y por eso, cuanto más practiques, mejores resultas obtendrás.
Day to Night de Stephen Wilkes
Un ejemplo de cómo utilizar al fotografía para contar una historia es el libro Day To Night de Stephen Wilkes.